Hace ya bastante tiempo me rondaba la idea de escribirle, pero no lo puedo hacer en estado de indignación. Por eso decidí liberar mi pensamiento mediante el efectivo método de la ignorancia y olvidé la prensa, los noticieros, las informaciones de la red, de manera que con el tiempo la idea de su existencia en uno de nuestros países me pareciera lejana. Por eso ahora frente a mi monitor encuentro más fácil las palabras con las que quiero dirigirme a usted.
Antes debo aclarar que pude hacerlo a un empresario, a un profesional, incluso a algún ministro religioso de cualquiera que fuera su credo, pero después pensé que si bien la corrupción alcanza todos los niveles de la sociedad muchos confluyen en la política. Es decir el empresario se hace político o viceversa, como lo hacen los ministros y profesionales.
Aclarado el caso debo decirle que es usted un canalla que no merece perdón. Un monstruo aberrante a quien le debemos la pobreza de nuestros países y la falta de oportunidades para los jóvenes. Los pueblos cargan sobre sus hombros una deuda que se hace eterna. Mucho dinero se ha manejado por este concepto, algunos con el eufemismo de los planes contra la pobreza y a fin de cuentas el único beneficiado ha sido usted y su séquito malsano. Su permisividad señor corrupto ha posibilitado el desarrollo del vicio, el narcotráfico y cuantas malezas cultive el mundo moderno. Lo ha hecho con culpa tanto por omisión como por comisión.
Descarado, sinvergüenza, mal nacido. Cuando camino los campos de mi tierra contemplando las fincas desoladas y los niños hambrientos tomando clases incompletas debajo de un árbol me recuerdo de su refrigerador repleto, sus estancias en hoteles de lujo, sus hijos en las mejores universidades trasladándose en carros de lujo en medio de un despilfarro asqueante. Todo pagado con el trabajo de los hijos de nuestros pueblos.
Usted, irrespetable y despreciable señor corrupto ha hecho posible que hoy los valores funcionen a la inversa y se considere el paso por alguna posición política como un premio, una herencia a consumir sin medir, hasta la saciedad.
Pero no importa, el mundo habrá de tomar otro rumbo y usted espero pague por su culpa convertido en escoria y comida de gusano.
Atentamente
Un indignado
miércoles, 13 de febrero de 2008
martes, 5 de febrero de 2008
VALIDAS PREOCUPACIONES
Me pregunto ¿En qué contribuye al desarrollo de la comunidad hispana en los Estados Unidos la discusión ensordecedora y sin sentido de una inmigrante colombiana y una venezolana, o una uruguaya y una argentina, por demás sin evidente formación alguna?
¿Cuánto nos enriquece en términos emocional y hasta material si se quiere, tener un panel compuesto por un grupo de personas hablando con estridencias, uno sobre otro y conducido por una moderadora sin sentido de la ética?
Lo hice. Lo soporté por cuarentaycinco minutos hasta que ya no pude más. Se anunciaba un programa donde se expondrían las diferencias entre latinos con relación al tema migratorio. Algo así como poner en evidencia fisuras entre hermanos. Pensé que tenían la intención de buscar un punto medio. Viniendo de donde venía ahora pienso que fui un iluso. Me merezco el sufrimiento.
Como era de suponerse aquello resultó un fiasco, el que tuvo la valentía de verlo sabe que digo la verdad. Al final no hubo conclusiones. Sólo una “cháchara” como la que nos tiene acostumbrado esta señora. Nada de abordar las cosas con seriedad, ni permitir a nadie expresar un idea inteligente.
En conclusión lo mismo, un estruendoso aplauso a quien se refiriera a Fidel como asesino y tirano y a cualquier otro que hiciera lo mismo sobre Hugo Chávez, a quien por cierto, en una actitud irrespetuosa acuso de “ignorante y burro”, toda una delicia.
Cristina Saralegui es una productora de televisión con grandes deudas para con la comunidad. Por razones infinitas. Los dominicanos ya alguna vez le cobraron una. Hagan memoria con relación a los temas tratados y la manera de abordarlos. Aunque muchos digan se trata de un simple espectáculo donde casi siempre son actores, no deja de ser un irrespeto a la inteligencia.
Las situaciones y los temas tratados lejos de ser afrontados con criterio terminan relajados y rebajados sin que la comunidad se haga una idea clara y seria del problema. De ahí la deuda para con su público.
Suerte que desde hace algún tiempo es sólo una vez en la semana y en horario en que mis hijas están durmiendo. De otra forma estuviera preocupado por la salud emocional de estas en caso de que en un descuido de mi parte pudieran tener acceso a tan deplorable espectáculo.
¿Cuánto nos enriquece en términos emocional y hasta material si se quiere, tener un panel compuesto por un grupo de personas hablando con estridencias, uno sobre otro y conducido por una moderadora sin sentido de la ética?
Lo hice. Lo soporté por cuarentaycinco minutos hasta que ya no pude más. Se anunciaba un programa donde se expondrían las diferencias entre latinos con relación al tema migratorio. Algo así como poner en evidencia fisuras entre hermanos. Pensé que tenían la intención de buscar un punto medio. Viniendo de donde venía ahora pienso que fui un iluso. Me merezco el sufrimiento.
Como era de suponerse aquello resultó un fiasco, el que tuvo la valentía de verlo sabe que digo la verdad. Al final no hubo conclusiones. Sólo una “cháchara” como la que nos tiene acostumbrado esta señora. Nada de abordar las cosas con seriedad, ni permitir a nadie expresar un idea inteligente.
En conclusión lo mismo, un estruendoso aplauso a quien se refiriera a Fidel como asesino y tirano y a cualquier otro que hiciera lo mismo sobre Hugo Chávez, a quien por cierto, en una actitud irrespetuosa acuso de “ignorante y burro”, toda una delicia.
Cristina Saralegui es una productora de televisión con grandes deudas para con la comunidad. Por razones infinitas. Los dominicanos ya alguna vez le cobraron una. Hagan memoria con relación a los temas tratados y la manera de abordarlos. Aunque muchos digan se trata de un simple espectáculo donde casi siempre son actores, no deja de ser un irrespeto a la inteligencia.
Las situaciones y los temas tratados lejos de ser afrontados con criterio terminan relajados y rebajados sin que la comunidad se haga una idea clara y seria del problema. De ahí la deuda para con su público.
Suerte que desde hace algún tiempo es sólo una vez en la semana y en horario en que mis hijas están durmiendo. De otra forma estuviera preocupado por la salud emocional de estas en caso de que en un descuido de mi parte pudieran tener acceso a tan deplorable espectáculo.
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